Sobre la burbuja inmobiliaria en China

 

Los últimos datos publicados por el Gobierno Chino sobre su sector inmobiliario dan cierto pábulo a los agoreros más catastrofistas sobre el estallido de la gran burbuja inmobiliaria china.

Fríamente son estos:

-Tres meses de bajadas consecutivas en los precios y acentuándose cada mes desde septiembre, con un -1.3%, hasta noviembre, con un -3.7%. (Unos precios que habían crecido un 140% en el período 2007-2010).

-Bajadas generalizadas de entre un 1 y un 9% en las 70 principales ciudades chinas.

-Descenso en el crecimiento del PIB del 10/12% al 7%.

-Plazos de venta de stocks en las inmobiliarias de 18 meses, cuando lo habitual eran 6 meses.

¿En qué medida estos datos deben interpretarse como claros avisos de una catástrofe que acecha o bien como el resultado de las políticas del gobierno chino para moderar su crecimiento y aliviar la carga de sus ciudadanos, desproporcionada a su renta per cápita, de adquirir una vivienda? Es decir, ¿en qué medida el gobierno chino tiene bajo control la situación?

La cuestión no es tan fácil de resolver como para poder rebatir contundentemente a los catastrofistas
Es cierto que tal control fue anunciado hace tiempo y que ya el anterior primer ministro, Ben Jiabao, había advertido que China crecería menos pero crecería mejor; y también que su actual presidente, Xi Jiping, había declarado que un crecimiento sostenido del 7% sería lo más deseable para la economía de su país.
Pero también es cierto, sin embargo, que el gobierno está recortando los tipos de interés y autorizando a los bancos estatales a conceder más crédito para frenar la caída.

Lo que sí reconocen los chinos es que la edad de oro de su sector inmobiliario ha llegado a su final. El motivo principal, según sus cálculos, es que el número de matrimonios cae al ritmo de un millón por año y los recién casados son el grueso de la demanda de vivienda en China.
Pero no admiten un estallido de todo su sistema, la madre de todas las burbujas. Sí cierto impacto en las ciudades pequeñas donde puede haber más promotores que se financiaron al margen de la banca estatal y donde continúan los movimientos migratorios a ciudades mayores.
Y aducen poderosas razones. En primer lugar, que China ha mantenido siempre muchas restricciones a la concesión de hipotecas. Sus bancos concedían préstamos del 70 % del valor total como máximo y si era vivienda habitual (en el caso de segundas residencias de entre el 40 y el 60%). Confían pues en que si no hay descensos mayores del 30% la gente seguirá pagando sus hipotecas.
En segundo lugar, que el sector inmobiliario representa el 22% de los créditos concedidos por la banca china y el 18% de éstos son hipotecas a particulares, quedando sólo el 4% restante en manos de promotores. De momento, por lo menos, han demostrado ser mucho más previsores y cautos que nosotros.

2015 nos despejará seguramente todas las dudas de ésta y otras profecías apocalípticas sobre los mercados inmobiliarios de Londres, Hong Kong, Israel, Singapur, Brasil y otros.
Y mientras tanto, aquí, ¿podremos enterrar ya solemnemente nuestra burbuja en 2015?
Pero esa es otra historia.

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